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Cultura

Nao d’amores trae el Bergidum ‘El castillo de Lindabridis’, un enredo propio de las comedias de capa y espada

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El castillo de Lindabridis es un texto de Calderón de la Barca con aire novelesco de gran artificio construido sobre un enredo propio de las comedias de capa y espada
El Castillo de Lindabridis

El montaje, coproducido por la segoviana Nao d’amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, se verá en el Bergidum el próximo 27 de febrero dentro del programa de abono Ancha 15 y de la Red de Teatros de Castilla y León. Las localidades (10 euros) están a la venta.

Estrenada seguramente hacia 1661 como fiesta cortesana en el Salón Real de Palacio, Calderón se había inspirado en una novela de caballerías que adapta la temática a su propio contexto teatral y crea un juego palaciego de aires carnavalescos en el que el Barroco se descubre a sí mismo a través de un Medievo soñado por el Renacimiento.

La directora de Nao d ́amores, la Premio Nacional de Teatro Ana Zamora, dirige como si fuera una entretenida película de animación en la que galanes y faunos compiten por la princesa prometida. La artesanal puesta en escena resulta amable y atenta al detalle: su ingenuidad está muy meditada. Hay una atinada búsqueda de composiciones corales e instrumentales de la época en “un juego teatral entretenidísimo en el que palabra y música se van trenzando en un fascinante ejercicio de adecuación estilística marca de la casa”, según la opinión de la crítica.

Miguel Ángel Amor, Mikel Arostegui, Alfonso Barreno, Alba Fresno, Inés González, Elisabet Altube, Alejandro Pau e Isabel Zamora interpretan este montaje en el que la princesa Lindabridis, para heredar el trono de Tartaria, deberá casarse con un caballero que pueda vencer a su hermano Meridián en un torneo. Para ello, en la búsqueda del marido que mejor se ajuste a sus necesidades, viaja por el mundo en un castillo volador.

Ana Zamora, unas de las grandes especialistas europeas en la escena medieval y pre-barroca, confiesa que “ha sido apasionante descubrir a este Calderón, en plena época del racionalismo cartesiano, construyendo un mundo loco de pura fantasía, que parece vía de escape de su propio universo” y recomienda que “juguemos con él para transformar su fiesta cortesana de época de Felipe IV, en un espacio de encuentro teatral presente, y soñemos otros espacios de fantasía que nos permitan reconocernos fuera de las miserias cotidianas”.

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