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La obra se presentó ayer en el Teatro Bergidum de Ponferrada y repite hoy función a las 20:30 horas

14.4 es la distancia en kilómetros que separa la costa de África de España. Un viajero europeo invierte poco más de una hora en recorrer esa distancia en ferry. A un africano sin recursos le cuesta bastante más. Esa distancia subjetiva es el punto de arranque de esta producción cuyo relato no es un cuento, es la realidad de Younoussi, un niño marroquí que escapa del maltrato familiar para sobrevivir en las calles de Tánger. Allí llegarán aventuras, sueños y desventuras y una obsesión que lo recorre todo: cruzar a España. Una España que es vista como el paraíso en la tierra, el final del camino, la Ítaca con la que sueña todo viajero.

Ahmed consigue cruzar con 9 años a la península escondido en un camión. Y aquí, en la tierra prometida, llegará otra odisea que se aleja de lo soñado, pero que no está exenta de sentido del humor, aventuras, redes de solidaridad y finales inesperados.

El origen de este montaje es una promesa. Fue en 2009, durante el rodaje de un cortometraje inspirado en la historia de Ahmed Younoussi, que entonces tenía 17 años. Ahmed había ido al set acompañado de su tutor legal para asesorar al actor protagonista, que no se presentó. Younoussi terminó interpretando el papel y compartiendo rodaje con Perís-Mencheta, quien le busca una beca en la escuela de interpretación de Cristina Rota y le promete que algún día él mismo se subirá a un escenario a compartir su relato con el público.

Ahmed Younoussi en 14.4. Foto: Raúl Cañas

Quince años después, con Younoussi como protagonista, Juan Diego Botto como dramaturgo y Peris Mencheta como director, en remoto, desde la cama de un hospital de Los Ángeles donde se sometió a una seria operación, el proyecto se ha hecho realidad y el círculo se ha cerrado con una conmovedora pieza en la que termina con los ojos inundados en lágrimas.

Younoussi realiza una actuación repleta de naturalidad, frescura y magnetismo. Nadie mejor que él para relatar su cruda (y esperanzadora) historia. El actor, de 35 años y padre de un hijo, que actualmente alterna la interpretación con su trabajo de transportista, es pura verdad. En él no hay trampa ni cartón. De ahí que se meta al público en el bolsillo desde su primera y sorprendente aparición.

En la función habla en árabe y español, nos sumerge en esa realidad que viven tantos miles de personas que tratan desesperadamente de huir del hambre, de la pobreza y de la violencia. Younoussi nos cuenta su vida, pero en su voz resuena el timbre de miles de personas que todos los días sufren esa misma situación.

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