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eBooks Bierzo publica online “Sementeira” de Javier Prada
Cosmografía berciana
El libro, prologado por el doctor Antonio Pol, que ahonda en la importancia de la historia oral para “aprender a ser”, es una cosmografía berciana, a partir del microsistema suyo de Villavieja, como el mío de Rimor y San Román de Bembibre; y el de usted, amigo lector o lectriz, de su Toreno, de su Matachana natal, o de donde quiso la suerte sementarle.
El ensayo de Javier Prada es también un grito de guerra en defensa de la tribu (no solo de la tribu local de los carracedelenses y bercianos, sino de la tribu humana global, “2.000 millones de personas que hoy pasan hambre”): “Nuestros silencios, individualismos a ultranza, pasividad, obediencia ilimitada y el suicidio masivo de nuestras capacidades para la rebeldía, la acción conjunta, la imaginación y la creatividad, han hecho posible que nos secuestren la historia (…) Ya no sabemos nada, lo ignoramos todo de nosotros mismos, hemos perdido la cultura antigua… porque cuando una palabra o topónimo se muere, algo de lo más lindo de ese legado milenario, aprendido con nuestros primeros pasos, se va también para siempre”.
Sabiduría popular
Me ha impresionado la reflexión de Javier Prada acerca de la pérdida de tanta sabiduría popular (pág. 120 y ss): nuestros abuelos y abuelas analfabetos, sin haber ido nunca a la escuela y sin una tablet donde consultar en Google cómo se hacen unos zuecos, sabían hacer de todo y sabían hacerlo bien: domaban el hierro en la fragua, moldeaban la madera que sabían cortar y cuándo, secar y cómo; hacían ollas de barro, cestos de mimbre, cuidaban colmenas o asistían partos de vacas, o de la vecina; leían en los labios de la luna, seleccionaban con celo las mejores semillas, esquilaban ovejas, hilaban lana, curtían pieles y hacían abrigos o capotes: un inmenso caudal de sabiduría aquilatada siglo tras siglo. Pocos niños sabrían hoy distinguir un madroño de una bellota, encontrar berros en la reguera, o uncir una pareja de bueyes.
Escrito desde la indignación contenida, pero sobre todo desde la ternura, como cuando recuerda a sus abuelos, “los cuatro murieron en casa de nuestros padres”: “Nexos fundamentales entre el pasado y el futuro; referentes para la complicidad y las travesuras; aldabonazos de caricias sobre las emociones infantiles, atizadores del fuego del hogar, paradigmas del arrullo cósmico…”
Quiero ser parte de esa Sementeira y te invito, lector amable, si aún no has olvidado el olor del humo en la ropa y el sabor del rocío en los labios, a que viajes de la mano de Javier Prada por la memoria berciana, es decir, universal, y recuperes “los olores del brezo, escobas, piornos, el aroma de la hierba segada, las cascadas de rosas en primavera, los perfumes del sabugueiro y la magarza, los barbechos teñidos de amapolas, el placer de los sentidos bajo un soto de castaños en flor, el croar de las ranas y los metálicos soñares de los alfonsinos, la vendimia con sus dulces evocaciones, el tamborileo de las nueces volteadas en solanas y corredores, la fiesta del vino nuevo con sus rondas y magosto, el ritual de la matanza con fiandones…”
Valentín Carrera.