Cubillos
El estudio de la ULE sobre la plaga de Lagarta Peluda en Fresnedo marca un antes y un después en la gestión de masas forestales
De manera casi inexplicable la población de Lymantria Dispar (Lagarta Peluda) de los bosques de pino radiata de Fresnedo se disparó desde el año 20011 hasta el 2014. Una plaga que afectó a 140 hectáreas y que obligó a la Junta Vecinal de esta localidad a talar 100 hectáreas de árboles muertos y dejar otras 40 con árboles en diferentes estados de defoliación. Villabuena se vio también afectada por la Lagarta Peluda. La pérdida económica de este desastre no se ha podido cuantificar todavía pero según Ramiro Rodríguez Abad, Presidente de la Junta Vecinal, ha afectado directamente a pinares de 18 años que tenían que haber crecido en los próximos seis o siete años antes de ser talados.
Lo extraño del caso es que la Lymantria Dispar que atacó a los árboles era la variante europea, no la asiática que es más agresiva. Generalmente sus larvas no se alimentan de los pinos radiata sino de chopos, castaños o encinas. Esta condición desorientó primeramente a la Junta Vecinal de Fresnedo y a los propios técnicos de la Junta de Castilla y León que aseguraron a los vecinos que la plaga no duraría más de tres años y que los árboles no morirían. Pero los árboles afectados si murieron. Se trataba de un caso inusual del que sólo existían dos referencias iguales a nivel mundial en Pontevedra (años 50) y en Portugal (años 80).
Ante la posibilidad de perder cientos de hectáreas de pinos, la Junta Vecinal recurrió a la Universidad de León ya que la Consejería de Medio Ambiente les había negado la ayuda por no considerarla necesaria.
Para realizar el estudio de lo que estaba realmente sucediendo se firmó un convenio en el 2014 con la ULE y el Ayuntamiento de Cubillos del Sil que se ofreció a financiarlo con 3.751 €. El proyecto fue dirigido por la Subdirectora de la Escuela Superior y Técnica de Ingeniería Agraria ESTAI, Flor Álvarez Rodríguez. Los resultados de todo este trabajo de investigación han permitido sacar conclusiones muy importantes ya que ayudarán a gestionar con más eficacia las masas forestales que puedan estar afectadas por la plaga.
La primera conclusión que se obtuvo fue que el incremento de la temperatura de 3 grados durante la primavera del año 2011 derivó en el primer ataque de la plaga en el 2012, a 20 hectáreas en las que se apreció, a través de las fotos del satélite Rapideye, una importante defoliación en los pinos. Las condiciones favorables de ese mismo año hicieron que las puestas aumentasen mucho y que el segundo ataque fuera mucho más fuerte en el 2013. Gracias a que en el 2014 se dio una proliferación de parasitoides, enfermedades y otros enemigos naturales de plaga la población se colapsó y por tanto se evitó lo que podía haber sido un verdadero desastre.
Del estudio se dedujo también que los árboles que sobrevivieron en un 75,6% a la plaga fueron aquellos que habían crecido más de 2 milímetros en el primer año. Uno dato muy importante ya que permitirá en el futuro saber qué pinos se pueden cortar para evitar la expansión de la plaga.
Otro dato importante es que los árboles como más reservas en la corteza sobreviven con más facilidad al ataque de las larvas.
El convenio firmado por dos años permitirá este año cuantificar las pérdidas por la falta de crecimiento en los árboles afectados y determinar la recuperación tras la defoliación. Se creará un modelo de mortalidad para que, a través de las fotos del satélite, se pueda controlar el crecimiento evitando el coste del trabajo de campo de barrenamiento y dar seguimiento a las plagas de IPS que aparecen después de la Lymantria Dispar.