Sociedad
Julia Álvarez González, 100 años de vida ejemplo de trabajo, lucha y sacrificio
El viernes, día 6 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, el Ayuntamiento de Toreno entregó el galardón Mujer Trabajadora 2015 a Julia Álvarez González, una mujer de 100 años de edad, vecina de Matarrosa, que es ejemplo para todos no sólo de humildad sino también de sacrificio y lucha por salir adelante a pesar de las dificultades de la vida. Con la humildad y la alegría que la caracteriza, Julia agradeció este galardón.
Julia Álvarez González
Natural de Matarrosa del Sil, vivió su niñez acompañada de sus padres y hermanos en la localidad de Matarrosa del Sil, y que en la actualidad debido a su avanzada edad (100 años) reside con una de sus hijas en Valladolid. Julia Álvarez González nació el 2 de noviembre de 1914 en la localidad de Matarrosa del Sil (León). Fue la primera de los cinco hijos que tuvo el matrimonio formado por Felisa González y Gervasio Álvarez.
Su infancia transcurre en un ambiente familiar dominado por la ausencia de la figura paterna. Su padre, impulsado por la necesidad y la esperanza de mejorar la situación económica familiar, emigra a Cuba el mismo año de su nacimiento, unos días después. Vuelve tres años más tarde y, tras una breve estancia de seis años, regresa de nuevo a Cuba donde permanecerán otros tres; para retornar, esta vez enfermo, posiblemente de malaria. Fallecerá unos meses más tarde cuando ella ya tiene trece años.
Durante este período de tiempo Julia no pudo asistir a la escuela. En aquella época, durante sus primeros diez años, la enseñanza se impartía en Santa Leocadia; y a pesar de que a partir de esa fecha se construya una escuela en Matarrosa del Sil, ella no se escolariza por razones obvias: debe contribuir con su trabajo al sostén de la economía familiar. Su presencia en casa se necesita para realizar las tareas del hogar, además de tener que ayudar en las labores agrícolas y cuidado del ganado.
Cuando cumple dieciocho años contrae matrimonio con Geordano Cuenya, un trabajador en la mina, natural de Vegas del Condado (León), que será el padre de sus tres hijos: Celia, Veremundo y Julio.
Finalizada la Guerra Civil, en al año 1939, tres serios reveses marcarán su vida: uno, la muerte de su abuelo Santiago (una figura entrañable para ella, que siempre mantiene viva en sus relatos); otra, el fallecimiento de su hijo Julio con tan solo quince meses de vida; y por último, la enfermedad de su marido, que terminará muriendo en un hospital de Palencia, y al que no podrá visitar ni tampoco acompañar en su entierro.
Forzada por las circunstancias, ese mismo año, el 1 de agosto comienza a trabajar en el cargue de “La Mina Servando”. Allí permanecerá durante veinte años realizando la carga de los vagones que transportan el carbón hacia su lugar de consumo. Esta tarea la va a compatibilizar con el desarrollo de una actividad agrícola en nada desdeñable, ya que hay que labrar y sembrar los huertos para poder recoger los productos básicos necesarios para la alimentación de su familia.
Este encomiable esfuerzo se deja notar también en otros ámbitos. Así utilizando su envidiable memoria fotográfica, reflejo de una gran inteligencia, consigue familiarizarse con los
números y las letras; llegando a ser capaz de leer y poder firmar documentos sin necesidad de utilizar la yema del pulgar.
Su actividad en la mina va a finalizar en el año 1959 al casarse con Belarmino Álvarez, el padre de su hija Mª Ángeles. De esta forma empieza una nueva etapa en su vida, en la que va a desarrollar una actividad diferente: ahora regentará durante varios años una carnicería.
Y por fin le llega el momento de la jubilación. Curiosamente la recompensa a toda una vida de trabajo es reconocida por la Seguridad Social al otorgarle una pensión no contributiva, que percibe a través del SOVI.