Ponferrada

La ARMH realiza sondeos en el Cementerio del Carmen en busca de fosas comunes

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Cementerio del Carmen en Ponferrada

A partir del miércoles 28 de septiembre, la asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) realizará una serie de sondeos en el Cementerio del Carmen de Ponferrada con el objeto de buscar posibles fosas comunes con represaliados del franquismo.

Después de varios años de indagaciones y recopilación de documentación, la ARMH ha podido conocer el destino de decenas de víctimas de la Dictadura fusiladas en Ponferrada. Desde los primeros días tras el golpe de Estado, con el enterramiento de 18 personas, hasta entrada la década de los 50, con la muerte de los últimos guerrilleros. Con los trabajos de prospección, la ARMH busca despejar las incógnitas de muchas familias sobre el destino final de sus seres queridos.

Recientemente y, gracias a la documentación histórica consultada en el Archivo Parroquial de la Basílica de la Encina, la ARMH ha decidido dar el paso en la búsqueda de los restos de los hombres y mujeres allí enterrados. Mediante sondeos arqueológicos, los técnicos buscarán la primera fosa que podría contener los restos de dos vecinos de Quilós reclamados por su familia. Los trabajos serán dirigidos por el arqueólogo René Pacheco y en ellos participarán personas voluntarias llegadas de varios puntos.

LAS VÍCTIMAS: José Canedo Fernández y Antonio Fernández Guerrero

Según la información recopilada por el historiador de la ARMH, Alejandro Rodríguez, gracias al procedimiento militar 193/42,[1] conocemos que el día 10 de marzo de 1942 un grupo de guerrilleros dio un golpe económico en las inmediaciones de Arganza. Al realizar las investigaciones, la Guardia civil localiza a cuatro personas que se encargan de facilitar ayuda a estos guerrilleros, cuatro enlaces de la zona y que desde hacía varios años colaboraban con los grupos de resistencia a la dictadura. Estos eran Aniceto Fernández Fernández, natural y vecino de Villabuena, de 26 años de edad; David Quindós Vázquez, también natural y vecino de Villabuena, de 24 años de edad; Antonio Fernández Guerrero, natural de Quilós y vecino de Villabuena, de 25 años de edad; y José Canedo Fernández, de 26 años, natural y vecino de Quilós. Todos ellos serán detenidos pocos días después del hecho y trasladados a la prisión de partido de Ponferrada, siendo procesados el 24 del mismo mes de marzo. El día 12 de mayo, serán sometidos a un consejo de guerra que les condena, a los cuatro, a la pena de muerte, acusados de un delito Contra la Seguridad del Estado, aprobada por el Auditor de Guerra el 15 de mayo. El 21 de mayo de 1942 a las 6:30 horas, serán fusilados en las tapias del Cementerio de Ponferrada, siendo enterrados en el mismo. En el caso de David Quindós y Aniceto Fernández, lo serían en la zona 6ª, fila 5, sepultura nº 2, gracias al pago de las sepulturas por parte del propio Juzgado militar.[2] Por su parte, José Canedo Fernández y Antonio Fernández Guerrero fueron enterrados en el Cementerio Civil en la parte sur del mismo al lado de la pared y en posición de Oeste a Este.[3]

EL CEMENTERIO DEL CARMEN

Los cambios sufridos en este cementerio y el posterior vaciado del mismo, hace que los técnicos de la ARMH sean prudentes sobre los resultados de la intervención arqueológica.

Ya desde el año 1950, la Parroquia de Nuestra Señora de La Encina de Ponferrada, titular del Cementerio desde su creación en 1894 – salvo unos pocos meses durante la alcaldía de Francisco Puente Falagán, durante la IIª República –, advierte al Ayuntamiento de Ponferrada de la más que cercana saturación del mismo, debido al rápido crecimiento experimentado en la ciudad y al número cada día mayor de defunciones que en la misma caecen (sic.). [4] A pesar de las insistencias repetidas desde la Parroquia, no es hasta finales de 1953 cuando el Ayuntamiento decide, en sesión plenaria celebrada el 15 de diciembre, la construcción de un nuevo Cementerio en Montearenas, tal como informan a la Parroquia.[5] Sin embargo, las previsiones no son las previstas, y el retraso en la construcción de ese nuevo Cementerio, no queda ya más remedio que dar sepultura en los pasillos del Cementerio, cosa que sería altamente bochornosa, tanto para los familiares de los difuntos, como para los que han de velar por los problemas de la ciudad.[6] Debido a este retraso, una de las partes empleada para realizar enterramientos, fue la destinada a Cementerio civil, marcada en los planos, y que la Asociación ha comprobado a través de los registros del propio archivo parroquial. Al menos, estos enterramientos se realizaron entre 1956 y 1963, como se puede ver en la fotografía correspondiente al libro 105 de enterramientos.[7] Además, según se refleja en las fotografías aéreas de los años 1945 y 1956, fue en ese momento en el que se derriba el muro que dividía ambas partes del cementerio.

Finalmente, el Cementerio es clausurado en noviembre de 1965, estableciendo un plazo legal de diez años para realizar la “monda”. Durante este tiempo, finalmente la Parroquia cede de manera totalmente gratuita de la mayor parte del Cementerio, excluyendo de esta cesión la parte que ocupa la Capilla y los terrenos adyacentes, donde hoy en día se localiza el Albergue de Peregrinos “San Nicolás de Flue”, inaugurado en 2004. Esta cesión sabemos que fue realizada a mediados de los años 70.

A pesar de esta información y contrastando la misma con la correspondiente a las víctimas expuesta en la primera parte del informe, la ARMH cree firmemente que los restos mortales de José Canedo Fernández y Antonio Fernández Guerrero, pueden continuar en el mismo lugar en el que fueron enterrados, junto a la pared sur de la parte “civil” del antiguo cementerio del Carmen de Ponferrada, ya que en esa zona concreta no existieron enterramientos posteriores a la inhumación de los restos mortales de los mismos.

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