Cultura
La compañía portuguesa Chapitô estrena en el Bergidum «Edipo»
Nunca antes se había contado una tragedia con tanto sentido del humor como en este Edipo de la Companhia do Chapitô que llega al Bergidum el próximo jueves, 10 de diciembre (21 horas), para cerrar el programa de abono de otoño. El trabajo de los portugueses, desnudo de adornos y basado en el extraordinario trabajo de los actores deja, según la crítica, boquiabiertos a los espectadores».
Chapitô cuenta en poco más de una hora una de las tragedias universales, la de Edipo, hijo de Layo, rey de Tebas, y de Yocasta, abandonado al nacer porque el oráculo advirtió al rey que su hijo lo mataría y se casaría con su esposa. Recogido por pastores, se cría en la corte de Corintio. Ya adulto, el oráculo de Delfos le recomienda que se aleje de su patria. Rumbo al exilio, asesina a Layo y se casa con su viuda, Yocasta. Cuando Edipo entiende lo sucedido, se saca los ojos.
Hasta aquí el argumento de la tragedia. Con una mirada absolutamente original e impactante, Chapitô se pregunta entonces «¿Edipo es el marido de su propia madre o el hijo de su mujer? Y sus hijos, ¿serían también sus hermanos, hijos de su mujer o sería su mujer la abuela de sus propios hijos? Y, aún más, ¿sería Creonte su tío? ¿O tal vez su cuñado?».
Chapitô es, sin duda, uno de los grupos más singulares de Europa, que reinventa sin complejos la tragedia de Edipo y la convierte en un despliegue magistral de puro teatro, sin conservantes ni colorantes. En un escenario totalmente despojado, dejan boquiabiertos a los espectadores, que no pueden dar crédito a sus ojos.
Este versátil y talentoso trío de actores no sólo da vida a un sinfín de personajes, sino que también se convierte en viento, caballo, oveja, perro, pasto, roca, pueblo. Todos los lenguajes puestos al servicio de escenificar el relato: el verbal, el gestual, el corporal, el gutural. Un “tour de force” en el que los intérpretes exprimen al máximo sus recursos expresivos, poblando la escena de multitudes, a pesar de ser sólo tres.
Optando por el humor para contar una historia terrible, plagada de desdichas, infortunios, confusiones, fatalidades y muerte, el público ríe sin parar, a pesar del trasfondo oscuro y trágico, sutilmente omnipresente.
«No es frecuente toparse con espectáculos de esta jerarquía, ha dicho la crítica, que derrochan teatralidad en su estado más puro. El teatro concebido como juego»