Cultura
La Junta declara La Recuelga como Bien de Interés Cultural
El Consejo de Gobierno ha aprobado la declaración del complejo minero-industrial de La Recuelga, en el municipio leonés de Páramo del Sil, como Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Etnológico
El conjunto de La Recuelga constituye, por sus dimensiones y características constructivas, por su sistema técnico y por la conservación de la práctica totalidad de sus materiales originales, un conjunto de gran valor patrimonial, uno de los más relevantes y mejor conservados de cuantos existieron en la provincia de León y un documento histórico de la coyuntura económica que la minería del carbón tuvo en la posguerra y en el periodo de autarquía española. En este sentido, se ha considerado procedente singularizar y determinar aquellos enclaves que mejor ejemplifican el legado etnológico relevante de la minería moderna, digno de conservación, tanto por su valor arquitectónico y técnico, como por su carácter de hito territorial simbólico y por su huella en la sociedad.
De este modo, por su relevancia específica dentro del Conjunto Etnológico de La Recuelga, se definen los siguientes enclaves:
-Lavadero de Antracitas de Fabero y edificaciones asociadas: tolvas, garita o torre de control, casa almacén y edificios de viviendas y oficinas.
-Lavadero de Victoriano González y edificaciones asociadas: tolvas, viviendas, almacenes y oficinas.
-Estación y caballetes del cable aéreo.
El conjunto minero industrial
La Recuelga, situada en el municipio leonés de Páramo del Sil, nació con la instalación de los apartaderos industriales, favorecida por la antigua línea de ferrocarril Ponferrada – Villablino, fue construida a instancias de los promotores de la Sociedad Anónima Minero Siderúrgica de Ponferrada, entre 1918 y 1919. Este enclave, delimitado por el cauce del río Sil, los trazados del ferrocarril y la carretera, fue el lugar elegido para localizar los apartaderos ferroviarios e industriales de las empresas Victoriano González y Antracitas de Fabero.
La elección del lugar estuvo motivada por su situación estratégica; por una parte, la existencia del río de caudal más importante de la zona, el Sil, que suministraría el agua imprescindible para la realización de la actividad del lavado y por otra, la ubicación del ferrocarril Ponferrada – Villablino, que permitiría la evacuación del carbón hasta Ponferrada y desde esta ciudad al resto del país. De ese conjunto, hoy se mantienen en pie los lavaderos de carbón y restos de la infraestructura de la línea de baldes que unían estos lavaderos con las minas de carbón de Fabero, constituyendo un singular testimonio histórico del proceso de producción, transporte y transformación de un combustible clave para la economía española, hoy en desuso.
La Recuelga ofrece una reconocible panorámica que se ha convertido en una estampa icónica de las cuencas mineras de Castilla y León. Una imagen del paisaje minero del Bierzo y el valle de Laciana que, durante el último medio siglo, fue conocido internacionalmente por albergar las últimas locomotoras de vapor en activo de Occidente. Estas instalaciones, construidas entre 1945 y 1948 por las empresas Antracitas de Fabero y Victoriano González, para el tratamiento y distribución del mineral obtenido en sus explotaciones, constituyen un relevante ejemplo de innovación tecnológica del sector minero que destaca, tanto por la singularidad técnica de sus instalaciones como por su excepcional arquitectura y su importante capacidad productiva.
El paraje en el que se levantan los lavaderos y estaciones de descarga de los teleféricos, conforma un conjunto que integra los lavaderos, las estaciones de descarga de baldes, las tolvas y otros elementos asociados como almacenes, oficinas y viviendas, básculas, garitas y torres de control. No obstante, los elementos que dieron origen a su configuración y que, sin duda, revisten mayor importancia patrimonial, son los lavaderos y cargaderos que, junto con edificaciones asociadas y las líneas de baldes, construyeron las citadas sociedades en la década de 1940, constituyendo construcciones de relevante valor histórico y técnico, ligados a la actividad minera de estos territorios. El resto del paraje se ha visto afectado por actividades posteriores, como la planta de áridos actualmente abandonada, o el uso de la explanada existente entre ambos lavaderos como parque de carbones.
El apartadero industrial de Victoriano González fue el primero de los autorizados en la zona, a principios de la década de 1920 y se situó al norte del apeadero de viajeros de la localidad de Santa Cruz del Sil. El apartadero conserva sendos edificios de dos alturas que ofrecen una imagen muy en la línea de la arquitectura minera primitiva de la zona de la década de 1920. El lavadero sigue una estructura similar al de Antracitas de Fabero.
En la margen derecha del río, frente al apartadero de Victoriano González, se situaba el llamado Grupo Santa Cruz. Ésta era una explotación de difícil conexión con el ferrocarril, por las continuas crecidas del río y por la complejidad de alcanzar los pisos situados a media ladera, lo que exigió la instalación de un teleférico, que es el único ejemplo completo de este tipo de instalación y es el último testimonio íntegro de la zona. La estación de cable aéreo de este grupo minero era la línea de salida de los baldes que conectaban los lavaderos de La Recuelga con los pozos mineros del valle de Fabero.
Por último, separado por una gran explanada que en la actualidad es una escombrera de los estériles acumulados por la actividad, se ubica el lavadero de Antracitas de Fabero. Este lavadero ofrece una composición armoniosa que contrasta con la interesante agregación de volúmenes de Victoriano González, y se configura como el elemento más relevante del conjunto, que fue reconocido en el momento de su instalación como el más moderno de España y uno de los más importantes de Europa.
Junto al lavadero, existen otras construcciones vinculadas como son viviendas, almacenes y oficinas. Se mantienen dos edificios de una sola planta. Próxima a estas construcciones y directamente relacionada con la actividad ferroviaria del lavadero, destaca la llamada ‘torre de control’, reconocible por las balaustradas de las terrazas.
Los edificios de los lavaderos, dispuestos en sentido norte-sur, presentan una planta en T, perpendicular al ferrocarril, que facilitaba un circuito de recepción y retorno del cable, y otro circuito interno de distribución del carbón a través del lavadero.
Las instalaciones de los lavaderos representan la innovación y modernidad. La implementación de soluciones innovadoras es el reflejo de las soluciones técnico-constructivas importadas de las cuencas mineras del norte de Francia, Bélgica y Alemania en las décadas de 1930 y 1940 y que, en el caso concreto de los lavaderos de La Recuelga, tiene su reflejo en los planos del lavadero francés de Hussigny. Esto pone de manifiesto que, en una época de aislamiento internacional y autarquía, las empresas mineras de El Bierzo hicieron el esfuerzo de poner en práctica patentes o proyectos innovadores elaborados por empresas extranjeras, lo que viene a subrayar la relevancia de la minería de la zona.
El desarrollo de estas instalaciones fue creciendo hasta la década de 1970, cuando la mejora de las instalaciones mineras de Antracitas de Fabero permitió a la empresa prescindir de los lavaderos de La Recuelga y la línea de baldes. Las instalaciones de Victoriano González se mantendrían en uso hasta el 2003, mientras el antiguo lavadero de Antracitas de Fabero alojaría una planta de áridos.
La autenticidad y significación histórica del conjunto de La Recuelga, su representatividad y singularidad tipológica dentro del panorama minero español del siglo XX, lo convierten en un ejemplo único en Castilla y León, cuyas soluciones constructivas y compositivas remiten a innovaciones técnicas y estéticas de vanguardia, en un contexto histórico de posguerra. A los valores históricos y arquitectónicos hay que añadir, además, otros valores inmateriales relevantes de carácter social, como la importante presencia de mujeres en las tareas de lavado del carbón -trabajo femenino infrecuente en otros ámbitos- o el haber sido escenario de tempranas reivindicaciones por las mejoras laborales.