Cultura
Mario Gas y su equipo ponen en escena ‘La Strada, de Fellini
Alfonso Lara, Verónica Echegui y Alberto Iglesias, bajo las órdenes de Mario Gas, protagonizan «La Strada» a partir de la adaptación teatral de la famosa película de Federico Fellini, Oscar en 1956 a la mejor película de habla no inglesa y cuya banda sonora de Nino Rota se ha convertido en un clásico. Esta historia de tres personajes que se encuentran en el camino durante la postguerra italiana, condenados por su propio carácter a un destino trágico inevitable, llega al Bergidum el próximo jueves, 7 de febrero a las 20:30 horas, dentro del programa de abono de invierno.
La inolvidable película de Fellini «La Strada» cuenta, ahora sobre la escena, la historia de tres personajes que se encuentran en el camino durante la postguerra italiana. Tres personajes atrapados en una vida a la que están condenados por su propio carácter a un destino trágico que resulta inevitable.
Todo comienza cuando una muchacha ingenua y tranquila es vendida por su madre a Zampanó, un forzudo de circo, bravucón y violento, para que le ayude en su espectáculo ambulante. En el camino surge entre ellos un atisbo de amor, que no consigue aflorar a causa del orgullo de él y la timidez de ella. Ambos comparten una profunda soledad y una vida de marginación, desarraigo y miseria, hasta que se encuentran con El Loco, otro artista de circo que provocará los celos de Zampanó y con ello un trágico desenlace.
La llegada a la escena teatral de “La Strada” se produjo en 2011, en New York, con versión del español Gerard Vázquez, que es la misma que ahora llega a Ponferrada, en la que destaca de manera sobresaliente la escenografía de Juan Sanz compuesta sobre tres estructuras que recuerdan los postes utilizados en el montaje de los circos ambulantes.
Mario Gas dirige el espectáculo manteniendo la esencia de la trama original de Fellini, aún tiñéndola de toques de Chejov y Beckett. Hay en la función un recuerdo a los cómicos ambulantes, feriantes «que lo mismo encendían el cine en una sábana de verano, que arrancaban la risa de los pueblos a golpe de sainete o de números de circo».
«La Strada», ha dicho un crítico, «es una historia de amor, un viaje por los caminos del amor. Zampanó lo vive como un sentimiento naturalista, animal y violento, el Loco como una posibilidad real de dejar atrás una vida, y ella, Gelsomina, como una condena. Son, en el fondo, distintas formas de ternura, distintas formas de señalar el extravío. Porque el amor es siempre un sentimiento peligroso e irrenunciable».