Escena
Rafael Álvarez El Brujo protagoniza “Mujeres de Shakespeare”
El inigualable Rafael Álvarez El Brujo será el encargado de cerrar el programa de abono de invierno del Teatro Bergidum con Mujeres de Shakespeare, un trabajo que parte de los personajes femeninos del autor británico aunque, con este actor en escena, nunca se sabe donde puede acabar el asunto: entre Julieta y Lady Macbeth pueden aparecer Rubalcaba o Esperanza Aguirre. La función se llevará a cabo el próximo miércoles, día 30 a las 21 horas.
Dice El Brujo que «de Shakespeare se ha dicho todo. Pero, como ya se sabe, Shakespeare reserva siempre algún descubrimiento nuevo para el oído atento y curioso de sutilezas. Yo quería hacer un espectáculo diferente, pero estando de vacaciones en el Caribe me salieron al paso las mujeres de Shakespeare, que exploró la conciencia femenina a sabiendas de su mayor sabiduría, perspicacia y sentido de la realidad, frente al instinto elemental, básico y simplón del macho narcisista».
El insuperable Rafael Álvarez El Brujo ha conseguido lo más dificil en el mundo del espectáculo: crear un personaje. Y no para echarse después a dormir, sino para elaborar diversas situaciones a partir del mismo o inmiscuirlo en diferentes ambientes. Con Mujeres de Shakespeare plantea «su amor por el teatro y por esas damas cuya voz es una conciencia que nos habla y nos sacude», dice Marcos Ordóñez.
Nacido en Lucena, Rafael Álvarez se traslada a Madrid para estudiar Derecho pero en el camino se sube al carro del teatro, del que ya nunca se ha bajado. Tras iniciarse en el Colegio Mayor San Juan Evangelista en el año 1970, estudia en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Su gran lanzamiento teatral se produce con su inolvidable trabajo en La taberna fantástica, de Alfonso Sastre, dirigido por Gerardo Malla. Aunque ha trabajado en películas como El Crack, Don Juan mi querido fantasma, La duquesa roja o Lázaro de Tormes y en series televisivas como Vísperas, Juncal, Brigada Central o Makinavaja, desde hace años, El Brujo se ha convertido en el bululú del teatro español, al estilo de los actores solitarios del Siglos de Oro: «un bululú del siglo veinte y uno que rinde homenaje a aquellos bufos faranduleros miserables que por méritos tan grandes ingresaron anónimos en la inmortalidad”, dice el actor.